Época Low-blogging

Llega el verano, las piscinas, las jornadas intensivas, las cosas mejores que hacer que estar con el ordenador encerrada en casa...

En fin, que ya llevo 4 años embarcada en esto llamado postear y cada vez me da más pereza. Si no he cerrado el chiringo es más por La Guerrera que por mí. De hecho, por mí lo hubiera mandado a la porra hace tiempo.

Así que entre un par de viajes que nos vamos a marcar, un par de cursos, un par de trabajos, un par de actos sociales y un par de novias, quiero decir, ejem, una novia y una perra, pues que no me echéis mucho de menos.

Yo no lo haría.

A 100 días de mi cambio de trabajo

Bueno, sólo han pasado 91, pero tengo que aprovechar que hoy hay muy poco trabajo para postear.

Me ratifico en que he hecho bien en cambiarme de trabajo. Ni la empresa es una charcutera (aunque tiempo al tiempo) ni el trabajo es tan duro. Vale que apenas me da tiempo a mirar el correo ni los rss, que me los tengo que dejar para el fin de semana (el sábado pasado liberé casi 900 post, tardé 4 horas!!).

Pero por lo demás el trabajo mola. Quizás demasiado css, que estoy de la guerra de los navegadores hasta la coronilla, pero bueno. Lo que más me mola es hacerme mis informitos sobre la accesibilidad de las aplicaciones y sitios web externos que nos llegan. Intento no ser muy puntillosa, pero a veces me sale la vena intransigente y le pongo un N.M. a casi todas las pautas.

De transportes tardo menos en llegar (no mucho, pero 10 minutos por 5 días a la semana se notan). De pelas, no es que el cambio me vaya a sacar de pobre pero al menos el señor de las hipotecas no se reirá tanto de mí cuando se la pida. De compis, todos son un panda de frikis de cuidado, muy majos todos ellos. Una está literalmente pirada. De horas extras, rien de rien: 40 y punto.

Lo malo: la jornada intensiva es una entelequia un poco rara (unos días sí y otros no); las vacaciones que impone el cliente son contrarias al convenio colectivo, pero me bajaré los pantalones como hacen todos. El hilo musical es un suplicio (de hecho hemos adoptado la canción de "No me hagáis escuchar a Kenny G" de "Un pingüino en mi ascensor" como lema). Y la comida, como todos los comedores de empresa, más que darte de comer, te 'echan' de comer como en un abrevadero.

No me quejo.