Lo habitual es que, cuando trabajo de freelance por las noches en casa, me ponga la tele de acompañamiento. No la suelo mirar, sólo es tener un runrrún detrás que me diga que no estoy sola a las 4 de la mañana. A esas horas os podéis imaginar que no echan grandes cosas, de hecho la mayoría es teletienda (podría estar horas maravillandome del estilo cancamusero de los presentadores de teletienda, pero eso sería otro tema).
Pero en este nuevo curro, en el que no tengo compañeros con los que hablar (sí tengo compañeros, pero no hablamos de trabajo), ni me llaman por teléfono, y tengo unos 5 correos a la semana... pues al final te aíslas. Y ahí está internet, para sustituir a la teletienda. Pones la tele por internet, cambias de pestaña, y a trabajar.
Me sé todas las series que echan por la tele, cuándo las ponen en la web, distinguir personajes sólo por la voz, incluso estoy atreviéndome con algunas en inglés sin subtítulos. Entre La señora, Amar en tiempos revueltos, Aída, La pecera de Eva, Pelotas y alguna que otra sudamericana (tremendísimas, QUÉ DESCUBRIMIENTO), puedo estar la mitad de la jornada laboral escuchando penas e historias ajenas, mientras sigo con mis cosas. Lo bueno es que no es necesario empezar desde el principio, son tan planas, que puedes empezar en cualquier capítulo.
Cuando empiecen a hacer auditoría de conexión lo van a flipar. No sé si tanto como con mi trabajo, pero de esta me echan. Fijo.