Uno de mis pasatiempos favoritos cuando estoy sola al aire libre es imaginar formas en las nubes. Hoy había bastantes, grandes, veloces, cambiantes, algodonosas. Me da miedo que la contaminación me impida ver el cielo azul. En mi ciudad apenas se nota la boina que recubre la capital, pero sí que notamos sus efectos cuando nos alertan porque el nivel de ozono está más alto de lo saludable. En mi casa separamos hasta la etiqueta de las botellas para clasificar mejor los residuos. Tampoco cuesta tanto y creo que el día de mañana todos lo agradeceremos.
Esta nube se parece a la isla de Australia, ¿verdad?
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