Estaba yo en 1o. de BUP y la primavera acababa de llegar. Nuestra profesora de Ciencias Naturales era novata y nosotros lo sabíamos. La mujer se lo curraba, pero era casi una cría y nosotros le tomábamos por el pito del sereno. Éramos como los perros, que pueden oler el miedo.
Justo antes de clase nos repartimos nuestros papeles. Recuerdo perfectamente que a mí me tocó "el calamar". Me tuve que levantar unas 5 veces, puesto que éramos tan poco originales y eficientes que éramos 5 con el mismo ingrediente. Aparte, claro está, de la decena de veces que alguien soltó en voz alta la palabra "PAELLA". Las risas y ruidos eran estruendosos a más no poder. La pobre mujer salió llorando, ya que no pudo pillarnos a ninguno.
Para después desquitarnos del mal rato que pasó, en una clase en que nos pidió "por favor, por favor, por favor" que nos portáramos bien porque venía un inspector a evaluar su trabajo, fuimos los alumnos perfectos. Los adolescentes pueden (pudimos) llegar a ser unos cabrones, pero en el fondo son (éramos) buena gente.
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