Llevo un par de semananas bastante ajetreada por motivos laborales-educacionales-personales. De hecho este fin de semana he enviado a La Guerrera de viaje para que me dé un pelín más de tiempo libre... para trabajar. Empiezo a pensar que soy un poco adicta al trabajo. En mi empresa nadie nos dice de quedarnos más tiempo. Incluso el jefe nos dice que hay un mundo maravilloso ahí fuera (de la oficina) al que merece la pena darle una oportunidad. Y sin embargo ahí estamos todos, cabeza gacha y haciendo lo que estemos haciendo, continuando más allá de la hora teórica de salida.
Luego llego a casa y tengo varias opciones: trabajo doméstico (sacar a la perra, recoger la habitación...) o teletrabajo (volver a encender el ordenador) o teleestudio(idem de lo anterior). En total, que al cabo del día he mirado más tiempo a una pantalla de ordenador que a todas las personas con las que me pueda cruzar en una semana.
Me gustaría poder quejarme de que no tengo tiempo libre, pero no quiero ser injusta. El teleestudio y el teletrabajo son opciones mías personales, complementarias a la actividad principal diaria, que se supone que es el trabajo de persona normal.
Haciendo cuentas, si trabajara en un sitio más cercano de mi casa, por ejemplo una tienda de ropa, cosa que no es mi ideal, pero visto lo visto, es lo único que hay por mi barrio:
- no gastaría 3 horas en transporte público con el consecuente ahorro del abono transporte y ahorro de esfuerzo psicológico.
- podría dormir más horas.
- ganaría más o menos lo mismo.
- podría comer en mi casa y no en el comedor de la empresa.
- podría estar más cerca de mi casa por si pasara algo.
- tendría un horario: al fin y al cabo, una tienda tiene su apertura y cierre bien definidas.
- Ergo: más tiempo libre.
Todo es pensárselo.
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