También renombrado a Don Limpio. O su homólogo publicitario (y competidor), el mayordomo del Ten con Bio-alcohol con su "el algodón no engaña". Pues resulta que todo este culto por la limpieza puede ser ¡grave para la salud! Si ya digo yo que estás manías por tener todo limpio no puden ser buenas. Pero claro, a uno se las inculcan de pequeña, en casa, en el cole, en la tele. Los amigos con pisos de alquiler hacen lo que pueden para contrarrestar el efecto, eso sí, si ellos no han sido abducidos por él. Porque claro, aún recuerdo esta Nochevieja, fiesta celebrada en ca' de una amiga que vive de alquiler, que en cuanto el resto de la peña se largó, como sólo eran las 3 de la mañana, pues entre ella y yo dejamos el salón y la cocina como los chorros del oro. Y cuando el resto de compis del piso volvieron a eso de las 5 (esperando apuntarse a la fiesta y pillar aún algún resto de comida y bebida) lo debieron de flipar de verlo aún más limpio que después de la última limpieza general.
Pues a lo que iba. Que vengo del otorrino, que llevaba tiempo diciendo que me sentía un poco teniente, y que una revisión alguna vez no me iba a hacer daño. Así que de ahí vengo. Resulta que de teniente nada, aún soy soldado raso. Pero que como me siga limpiado los oídos con bastoncillos, voy a acabar de capitana generala. ¡Vamos!, que si yo me seco la saliva de la boca o me quito las lágrimas de los ojos. Entonces, ¿por qué me tengo que quitar la cera de las orejas? Pues eso, ¡a criar un panel de abejas en las orejas!
Pues lo peor de este desmesurdado afán por la limpieza que os comentaba antes no es sólo el riesgo de salud que se puede llegar a correr (me ha hablado de unos posibles eccemas si me sigo limpiando y no sé que alteraciones psicosomáticas si el bastoncillo escarba más de la cuenta) sino que encima tu novia te deje delante de tu suegra como si fueras una guarra, y que siempre tengo la casa patas arriba. La casa vale, pero la cocina, limpia como una patena, salvo contadas exepciones de fuerza mayor, donde la mayor de las fuerzas no te deja fregar los cacharros.
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