La usabilidad de los gráficos estadísticos

Cuando leí a Ben Shneiderman por primera vez hablando de la usabilidad de los gráficos estadísticos, pensé: qué tontería, a ver quién va a innovar y ponerse a hacer cosas que no se entiendan. Hasta que llega alguien y lo hace, claro. Y yo me tengo que parar 5 minutos en descifrar un gráfico sólo por la creatividad del editor. Porque lo necesito para el trabajo, que si no...

Grafico tomando del informe eEspaña 2005

Los mileuristas

La generación de los mil euros

Pertenecen a la generación más preparada de la historia de España. Rondan la treintena, son universitarios y saben idiomas. Pero los bajos sueldos, la sobreabundancia de titulados y los cambios sociales les han impedido llegar a donde pensaban llegar. Comparten piso; no tienen coche, ni casa, ni hijos y ya se han dado cuenta de que el futuro no estaba donde creían

Está noticia está   entre las más visitadas del día en 'Lo más' ANTONIO JIMÉNEZ BARCA - 23 octubre 2005 (El Pais)

URL: http://www.elpais.es/articulo/elpdompor/20051023elpdmgpor_1/Tes/

A mediados de agosto llegó una carta a este periódico que anunciaba la aparición de una nueva clase social. Se titulaba Soy mileurista y decía, entre otras cosas, lo siguiente: "El mileurista es aquel joven licenciado, con idiomas, posgrados, másters y cursillos (...) que no gana más de 1.000 euros. Gasta más de un tercio de su sueldo en alquiler, porque le gusta la ciudad. No ahorra, no tiene casa, no tiene coche, no tiene hijos, vive al día... A veces es divertido, pero ya cansa (...)". La autora, Carolina Alguacil, de 27 años, reside en el centro de Barcelona y trabaja en una agencia de publicidad. Inventó el término -y decidió escribir la carta- después de pasar unos días en Alemania y comparar, con un sentimiento a medio camino entre la rabia y la envidia, cómo vivían sus amigos berlineses y cómo vivían ella y sus amigos españoles.

Carolina comparte su casa con otras tres chicas de 25, 29 y 29 años. Ninguna gana lo suficiente como para alquilarse un apartamento. Pagan 360 por cabeza y conforman una extraña familia unida cuyos miembros hace un año no se conocían de nada. "Toda la gente con la que voy es así", añade Carolina, "tengo una amiga que trabaja en una editorial de Madrid por 1.000 euros; mi hermano es ingeniero en Andalucía y lo mismo, mi cuñada es licenciada en Medio Ambiente y también. Todos estamos igual, y no es que vivamos mal, porque para algunos somos unos privilegiados, pero no es lo que esperábamos".

Un reciente informe de la Unión Europea, el Eurydice, le da la razón: sólo el 40% de los universitarios tiene en España un trabajo acorde con su nivel de estudios, y la tasa de paro entre los titulados de 25 y 34 años es del 11,5%, una de las más altas de Europa, que se sitúa en un 6,5%.

A pesar de esto, y de lo que piensa Carolina, no es un fenómeno exclusivo de España. El sociólogo francés y profesor de ciencias políticas Louis Chauvel aseguraba en el Nouvel Observateur que los pobres del siglo XIX y principios del XX (los obreros sin cualificación, los agricultores o los ancianos) pertenecen a una sociedad que desaparece. "Y los nuevos pobres de hoy en día son los jóvenes", añadía.

Los nacidos entre 1965 y 1980, esto es, los españoles que, en un extremo de la horquilla, van dejando atrás la juventud, como Carolina y sus compañeras, y en el otro comienzan a apropiarse del poder, disfrutaron de una niñez dorada, de unos padres abnegados y responsables y de un país moderno y optimista que navegaba viento del desarrollismo en popa. Sortearon dos crisis económicas (la del 74 y la del 92), pero nadie dudó por entonces de que esa generación, la más preparada de la historia de España, la más numerosa, la del baby boom, no fuera a vivir mejor que la precedente, que todas las precedentes.

Lógicas expectativas

Y no ha sido así, y en eso radica buena parte del problema, según apunta el sociólogo Enrique Gil Calvo. "Con estos jóvenes se crearon unas lógicas expectativas. La generación anterior, la mía y la de mis hermanos menores (yo nací en el 46), creció con las vacas gordas, pudo cumplir el sueño de matar al padre, esto es, de superarlo en todo: mejor casa que los padres, mejores trabajos... Pero para estos mileuristas, que han tenido, paradójicamente, mejores oportunidades en forma de estudio, el futuro no estaba donde debía de estar", explica.

Carolina dispone de dos horas para comer. Hoy acude a un restaurante de a siete euros el menú que no puede permitirse siempre.Pide un guiso indio con garbanzos y cuenta: "Yo quería trabajar en el cine, como productora o algo así, pero pronto me di cuenta de que no podría. Bueno. Eso pasa. Y no me desanimó. Lo peor es que no sé lo que va a pasar conmigo. Una familia como la de mis padres ya no es el objetivo, pero ¿cuál es el objetivo?".

Ella no experimenta ninguna sensación de fracaso. Pero habla de un desánimo grande al definir la actitud de muchos de sus amigos o conocidos. Porque conforme va cumpliendo años, el mileurista se va cargando de amargura.

Belén Bañeres tiene 37 años, vive en Madrid y la sensación "de ir llegando tarde a todo". Estudió psicología y no hizo oposiciones al PIR (el MIR de los psicólogos) en un primer momento. Cuando quiso hacerlo, no hubo plaza. Lleva saltando de trabajo en trabajo más de 14 años. Jamás ha desempeñado un puesto acorde con los estudios que llevó a cabo. Jamás ha cobrado más de 1.000 euros brutos al mes. Sólo desde hace un año goza de un contrato indefinido como auxiliar administrativo. Desde entonces vive con su pareja (otro treintañero universitario con un sueldo de 1.000 euros) en un piso de alquiler. Ve casi imposible tener una casa propia. Ve muy difícil tener hijos. "Con la de horas que trabajamos los dos no podría cuidar ni de un perro", dice. Y después de haber resumido así su biografía, concluye: "Y también tengo la sensación de que me han robado la vida".

Un amigo de Belén que prefiere no dar su nombre, con un exclusivo máster a cuestas de informática aplicada a ciencias biológicas, trabajó durante casi un año de teleoperador en el 11888. "Y no era el único universitario: eso estaba lleno de gente preparadísima con carreras, idiomas y cursos de esto y de lo otro que, en un momento dado y si hacía falta, contestaba en alemán al que llamaba", cuenta.

Luis Garrido, catedrático de Sociología de la UNED, considera que una de las claves de este desánimo está en la sobreabundancia de universitarios. "Cuando yo, que nací en 1956, estudiaba, sólo el 10% de los jóvenes, la inmensa mayoría chicos, conseguía una licenciatura universitaria. Está claro que ese 10% copó los puestos de élite de esta generación, la del 68, que arrasó. Y que mis coetáneos vimos que estudiando en la Universidad se llegaba lejos y se lo transmitió a sus hijos".

Garrido continúa: "A partir de los ochenta, el porcentaje de estudiantes universitarios se multiplicó, sobrepasando el 30% y sumando a las mujeres, que se incorporaron de forma masiva. Se produjo un vuelco educativo tremendo, incomparable a cualquier otro país europeo. Y no ha habido puestos buenos para todos. Por mucho que queramos, no hay. Y se ha creado un número indeterminado de jóvenes frustrados, con una larga trayectoria estudiantil, que no ha rendido, que no ha ganado lo suficiente...".

Como Belén o como su amigo el ex teleoperador, que no encontraron trabajo al salir de la Universidad. Ellos, y muchos otros, siguieron estudiando en un intento de sobresalir: un máster, un doctorado, más cursillos... y cada vez más años, más necesidades y más exigencias para un puesto de trabajo especializado y bien pagado que no aparece: un circulo vicioso que recuerda a los que trazan los ratones de laboratorio buscando desesperadamente inútiles salidas a laberintos trucados sin salida.

Y los más jóvenes de esta generación tampoco lo tienen más fácil. Daniel Castillejo, sevillano de 29 años, lo ejemplifica: "Soy arquitecto, hablo tres idiomas, y no llego a 1.000 euros de sueldo al mes por trabajar, sin contrato, en un estudio. Jamás he tenido un contrato, ni vacaciones, ni pagas extras, voy en un coche de hace 15 años y este mes he renunciado a comprar diariamente el periódico porque no me puedo permitir gastar 30 euros más. Vivo de alquiler con mi novia y yo no creo que nos hayan estafado: yo creo que nos están tirando a la basura".

De cualquier manera, tanto el sociólogo Garrido como Miguel Requena, otro profesor de sociología de la UNED, coinciden en no dramatizar demasiado: "Las condiciones de vida de los jóvenes de ahora, en su mayoría, son mucho mejores que las de la mayoría de los jóvenes de los años cincuenta o sesenta, y no digamos anteriores".

Carolina, los martes y los jueves, va a clases de iniciación al baile flamenco en la academia Flamenkita. Paga por ellas 50 euros al mes. Una hora da para poco: movimientos de muñeca, unos pasos de fandango... Pero a Carolina le basta porque mientras baila se relaja. Eso sí, como buen mileurista, ha tenido que elegir: "Me apunté a flamenco y me borré de la piscina, porque las dos cosas no podía pagar".

Más que amigas

Ya es de noche cuando vuelve en autobús a su casa. Allí se encuentran ya sus tres compañeras de piso. Se sientan en el sofá del salón. Laura Caro tiene 29 años, es economista, especialista de marketing y ahorra para pagarse un segundo máster; Ainara Barrenechea tiene 24, cursó derecho y trabaja en el departamento de contabilidad de una gran empresa; Belén Simón, de 29 años, hizo historia del arte y se gana la vida en un centro cultural. Se preguntan unas a otras que qué tal el día. Son más que compañeras de piso: son amigas. O, tal vez, la frase es al revés. Son más que amigas: son compañeras de piso. Y con la casa, comparten la su vida.

Laura, la más mayor, es la que más resueltamente critica lo que le rodea: "Yo he ido a un banco a pedir una hipoteca y me han dicho que no porque no entro en el baremo. Llevo 19 años estudiando, voy a seguir estudiando no sé cuántos más y no entro en el baremo...".

Las cuatro cuentan con contrato. Ahora. Porque todas han coleccionado relaciones laborales de todo tipo. Se han aprovechado de la última marea económica: en 1995 trabajaban 12 millones de personas; ahora lo hacen 19. Pero han sido víctimas de la precariedad laboral que se ha venido cebando con los jóvenes de esta generación: en 2004, el 52% de los contratos firmados por jóvenes de 30 años fue temporal. Y esto es algo que viene de lejos: en 1995, esta tasa llegaba al 62%.

A medio camino

Y sobre todo, con sus 1.000 euros al mes, se han quedado colgadas, a medio camino de la emancipación (independientes de sus padres, dependientes de sus compañeros de piso), asistiendo estupefactas, junto con millones de jóvenes, al meteórico aumento del precio de la vivienda: en 1993, un piso de 100 metros en una capital de provincia costaba en España, de media, 91.000 euros. Hoy, ese mismo piso vale 228.000. Los que compraron hace 10 años habrán hecho la inversión de su vida. Los que no pudieron, vivirán condenados a compartir piso toda su existencia o, en el mejor de los casos, a "entrar en el baremo" y firmar una hipoteca a 30, 35 o 40 años que liquidarán a las puertas de la jubilación.

Los sociólogos coinciden en el carácter imprevisible de esta generación, en su marchamo original, en su necesidad de ir rompiendo moldes y en la incertidumbre que les rodeará a lo largo de su vida. Tal vez porque han sido siempre muchos en un tiempo demasiado convulso. En los años sesenta y setenta nacían al año más de 650.000 niños. En 1997, sólo 366.000, según el Instituto Nacional de Estadística.

Así, cuando los ahora mileuristas estudiaron EGB o BUP, cada aula contaba con 45 alumnos como mínimo. Cuando llegaron a la Universidad, se la encontraron repleta, y muchos no pudieron estudiar lo que desearon como primera opción. Después, no ha habido trabajo cualificado para todos, y los expertos vaticinan un colapso en las pensiones a no ser que trabajen mucho más de los 65 años.

Sus padres crecieron deprisa y se cargaron de responsabilidades pronto. A la edad de Carolina, o Laura, sus padres ya habían comprado (o casi) una casa. Carolina sólo cuenta con la cama de su habitación, una mesa de estudio que duerme plegada en un rincón y un aparador rojo de diseño donde coloca sus libros.

Estos mismos padres mantuvieron una tasa de natalidad que rondaba la de tres hijos por mujer fértil. Pero precisamente estos hijos la hundieron, a finales de los noventa, hasta un 1,1, la más baja del mundo. No porque no quieran, sino porque el reloj biológico no contiene años suficientes para alcanzar el estatus que, a su juicio, necesitan para reproducirse.

En el apartamento de Barcelona, las cuatro chicas discuten sobre esto. Y Carolina asegura: "Sí, no sabemos lo que será de nosotros. Esta cosa de vivir al día da libertad, porque no tienes nada fijo y puedes permitirte, en un momento dado, irte lejos, sin consultarlo con nadie, romper con todo. Eso es verdad. Pero yo echo de menos cierta seguridad. Lo del día a día lo llevamos haciendo tanto tiempo que... ya cansa".

"Ya han tenido tiempo de darse cuenta", concluye Gil Calvo, "de que el porvenir ya no se escribe más como en las viejas novelas, en las que el personaje empezaba mal, desde abajo, y terminaba bien, triunfando, arriba. El porvenir ya no va en línea recta. Por eso parece que dan vueltas, que deambulan continuamente, sin encontrar la salida". Como los ratoncitos de los laboratorios.

Son las once de la noche. El piso de Carolina, Laura, Ainara y Belén comienza a poblarse: amigos y amigas de una o de otra que se dejan caer, que se suman a la conversación. Se sacan latas de cerveza que abarrotan la mesa bajera. Se habla mucho, se ríe, se hacen planes para salir. Carolina sonríe: "Así es siempre, viene gente imprevista, mucha gente, como cuando éramos estudiantes, es una vida como de eterno estudiante. Lo malo es que ya no somos estudiantes. Es divertido, pero..."

Pero ya cansa.

La aventura de irse de casa de los padres

EL 30% DE LOS JÓVENES españoles con edades comprendidas entre los 30 y 35 años vive aún con sus padres; si la estadística se ocupa de los que tienen entre 25 y 29 años, entonces la cifra se eleva hasta el 63%. Y hasta el 95% si se trata de jóvenes entre los 18 y los 25 años. Son datos del Instituto de la Juventud e indican el escasísimo grado de emancipación de la sociedad española, impensable en países del norte de Europa o Estados Unidos.

El catedrático de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid, Javier Ruiz Castillo, cita ciertos factores con los que se tiende a solventar el asunto: "Juventud acomodaticia, padres tolerantes; una cultura, la del sur de Europa, que propende a una familia grande... Pero luego he hecho estudios y se llega a la conclusión, que no por evidente se tiene que dejar de citar, de que los jóvenes que viven en ciudades con menos paro o con viviendas más baratas se independizan antes". Este catedrático hizo otro estudio a principios de los noventa, en el que quiso demostrar qué sector de la población vivía mejor. Un trabajador menor de 30 años con un hijo obtenía casi la media: 100. Un trabajador cualificado de cierta edad, soltero, obtenía un 184, el primer puesto. ¡Y un universitario viviendo en casa de sus padres, un 154! "Esto quiere decir que eran, y son, los reyes del mambo, e independizarse implica perder mucho", añade.

El sociólogo Enrique Gil Calvo explica lo mismo a su manera: "Cuando no resulta posible emanciparse adquiriendo una posición social equiparable a la que se disfruta con sus padres, entonces parece más racional aplazar la decisión de emanciparse. Es una pura estrategia familiar de ascensión social,

y eso lo hacen tanto las familias acomodadas como las desfavorecidas, las de izquierda como las de derecha".

Y Juan Carlos Martínez, mileurista de 33 años, a la suya: "Trabajo desde hace nueve años como comercial. Gano alrededor de 1.100 euros brutos al mes. Y he intentado independizarme dos veces: la primera me fui con mi hermana; la segunda, con amigos. Las dos veces fracasé y he vuelto con mis padres. No es que no pueda. Pero con lo que gano, si pago unos 600 euros de alquiler de un piso, 200 de la letra del coche (lo necesito para trabajar) y 200 más para comida, no me queda nada. Y como yo estoy fuera de casa todo el día gasto, mínimo, seis euros al día, entre tabaco y tal; así que se acabó. Cuando vivía independiente (independiente es un decir, porque estaba con mi hermana o con compañeros de piso...) no podía salir, ni viajar, ni comprarme ropa, ni nada...; no vivía, sólo sobrevivía. Y yo quería cierta calidad de vida. La misma que tenía en casa de mis padres. Por eso volví. Por eso espero a que me vayan mejor las cosas para irme otra vez".

La Guerrera está malita

Llevo toda la semana sin ganas de comer, aunque al menos, ya se me han quitado las ganas de vomitar. ¡Y con lo que me gusta a servidora la comida! Bueno, si sigo así mucho tiempo, quizá consiga quitarme esos kilitos de más, que aunque no estoy diciendo que esté gorda (que no lo estoy) siempre quedan algunas reservillas en la tripita, los michelines, ... En fin. Que nunca antes me había sentido por tanto tiempo indiferente a la comida. ¡Habrá que sacarle partido!

Yo y los cheques

Sí, el burro delante, para que no se espante. O más bien, los banqueros, aunque quizá el apelativo de burro no es el más apropiado. La verdad es que han conseguido rebotarme esta mañana (aunque todo hay que decirlo, se me da muy bien eso de rebotarme, y si no, para la gente que me conoce y lo sabe, recordad la experiencia en Ikea con el vaso de refresco y las toallas y sábanas recién compradas).

A lo que iba. Os pongo en antecedentes. Hace unos meses, me dieron un cheque por unos 15 euros. Resulta, que como al administrativo de turno se le ocurrió poner dos rayitas en el cheque, pues tenía que ingresarlo en cuenta (y como bien podréis suponer, yo no tenía abierta ninguna cuenta en ese banco). Total, que de 15 euros, me quitaban unos 5 de comisión. ¿No está mal, verdad? El otro día, me dieron otro cheque. Este por más cantidad. Y ya me fijé yo que no se le ocurriera ponerme las dos rayitas. Y esta mañana, tan feliz, me he dirigido a una oficina bancaria para cobrarlo. Pero, oh, ilusa de mi. Tampoco he podido cobrarlo esta vez. Vale, resula que no tiene dos rayitas, pero me tengo que ir a la oficina que lo ha emitido a cobrarlo. O ingresarlo en cuenta. Que tampoco tengo en este banco. Lo que pasa que la oficina donde se ha emitido está a 40 km. de donde vivo. Total ná. Pero vamos, que igual me podían emitido el cheque en una oficina de Sevilla. Claro, siempre puedo ingresarlo en otro banco donde tenga cuenta, y tras descontar la correspondiente comisión, recibir mi dinero. Pero joder. ¿No les vale a los bancos tener mi dinero y hacer con él lo que les de la gana, sin darme una mierda de remuneración? Encima se quieren quedar con una parte de MI DINERO, que con mucho sudor (bueno, sudor no, pero horas de sueño muchas) me ha costado. Pues no me da la gana.

Afortunadamente, coincide que mi novia (o sea, Conectada) es de ese lugar, y me iba a ir el viernes para allá. Así que me pasaré el sábado a cobrarlo, espero que con éxito, y a olvidarme del tema cuanto antes. Pero me jode ..., no sabéis cuanto.

Linkitos varios

Me ha dado envidia de La Guerrera y tengo demasiados apuntes en bloglines.
El ordenador-periódico del futuro. Y no es coña, es de IBM y se está desarrollando

Sobre la web semántica

Leído en Cinco Días:

Las empresas españolas comienzan su inmersión en la Web semántica

Una Web inteligente. Una Web que permita una mejor gestión de contenidos tanto en el servicio interno de las empresas, como en el externo: en relaciones con clientes, proveedores, competidores y usuario final. Aunque muchos de los conceptos que pregona la llamada Web semántica pueden resultar utopías, cada vez son más las empresas que se animan a apostar por el enorme potencial de esta clara tecnología de futuro.

La Web semántica no es una Red diferente de la actual, sino una extensión de la misma, en la cual la información se obtiene según su significado, permitiendo cooperar a los ordenadores entre sí de forma ?inteligente?, además de con los usuarios. Uno de los ejemplos donde se puede ver más claramente el impacto de esta tecnología es en los buscadores. Su aplicación permitiría a los internautas realizar búsquedas utilizando el lenguaje natural, es decir, usando una expresión del lenguaje común como: ¿Qué países forman parte de África? Y no sólo eso. El resultado de la búsqueda no es una sucesión de enlaces, como ocurre en la actualidad, sino una respuesta precisa. Un módulo de visualización en el que se ofrece el listado de los países que componen este continente, enlazados a información relacionada sobre dicho país. Respuestas precisas a preguntas concretas. Una pregunta que ha sido ?entendida? por la máquina, una interrelación coherente y total de los contenidos. Éstos son algunos de los objetivos principales de la Web semántica.

Aumenta el interés de las empresas

Con este punto de mira, asistieron a las jornadas sobre ?Gestión inteligente de Contenidos: la Web semántica? convocada por ISOCO -Intelligent software for the networked economy- en Madrid, numerosos representantes de distintos sectores, que buscan en esta tecnología una aplicación práctica para su negocio. El interés de todos ellos es palpable, pero también la mayoría de ellos quieren ver un resultado visible a corto plazo. Y lo hay, en ciertos casos. Aunque aún vayamos a tardar algún tiempo en llegar a esa utopía de Web semántica que pregonan los teóricos, su tecnología ya es aplicable a ciertos campos más acotados.

Una de las compañías que ha apostado más fuerte por comenzar a aplicar esta tecnología en España es Bankinter. El banco lleva varios años con este proyecto, apoyado por ayudas financieras de la Comunidad Europea, institución que ya ha subvencionado bastantes proyectos de Web semántica. José Luis Bas, director de Proyectos de Internet de Bankinter ve claro su negocio con estas aplicaciones. Pone el ejemplo de un ?comparador de información sobre hipotecas?. ?Ahora hay personas que tienen que incluir manualmente los tipos y condiciones hipotecarias de los distintos bancos?, afirma, ?Si BBVA, SCH, Caja Madrid?, dispusieran de tecnología de web semántica, podrían ?comprenderse? directamente sus sistemas entre sí. No haría falta una actualización manual, lo cual evitaría las desactualizaciones que hoy por hoy suelen darse con tanta frecuencia?.

Google dará el pistoletazo de salida

El experto de Bankinter tiene una idea clara. En la actualidad la mayoría de las empresas se muestran reticentes a invertir en una tecnología de la que no ven ?negocio? a corto plazo. Si muchas de ellas se echan atrás por este motivo, aún viendo, en un futuro, sus inmensas posibilidades ¿Quién será la pionera que anime y despierte a este prolífico mercado? La respuesta de los expertos parece unánime. Será Google, una vez más, la que dará el primer paso. La empresa ya está desarrollando proyectos con esta tecnología, y no se tardará mucho en ver sus resultados. El hecho de que Google, el buscador que manejan más internautas, pueda indexar y devolver información con significado, será clave para que las empresas de los distintos sectores comiencen a aplicarla en sus webs.

También la Residencia de Estudiantes dispondrá en un breve periodo de tiempo de una aplicación de Web semántica disponible para cualquier usuario. Concretamente aplicada a su ?Archivo virtual de la Edad de Plata de la Cultura Española?. El internauta podrá realizar búsquedas en lenguaje natural sobre esta inmensa colección de documentos relacionados con el mundo de la cultura. Una información que ahora estará completamente interrelacionada, independientemente del formato en que se encuentre: ya sea texto, audio, vídeo, gráficos o fotos.

Además, de la Residencia de Estudiantes, también El Real Instituto Elcano, presentó en estas jornadas su buscador semántico para relaciones internacionales. Un localizador de información especializada que ya funciona en la actualidad y que está disponible en su web: www.realinstitutoelcano.org.

Éstos son sólo algunos ejemplos de las empresas españolas que ya están viendo las tecnologías de la Web semántica como una realidad y la están aplicando a su negocio. El objetivo final de esta tecnología sí es aún una utopía, pero los primeros pasos para alcanzarla ya son completamente factibles.



Idoia Salazar / MADRID (06-10-2005)

El gimnasio Maravillas y sus cerchas

Hoy era el último día de la Semana de la Arquitectura, y Conectada y servidora hemos aprovechado para visitar el edificio del Colegio Maravillas. Siempre me ha parecido curioso que estuviera la cancha de basket en la azotea, y de niña siempre tuve la ilusión de que nos tocara jugar contra este colegio para poder entrar y verlo. Hasta hoy, que aunque no haya sido para jugar al basket, sí que he podido cumplir parte de mi sueño ;)

En esta imagen no se ve bien (y no he encontrado otra mejor) pero si conocéis Madrid os podéis situar en la calle Joaquín Costa, bajando desde Avenida de América y ya llegando a la Castellana, un pelín antes de donde quedan los restos del Windsor.

Aunque no ha habido problemas con los dueños para entrar al edificio (como sí ocurrio en Torres Blancas), sí que esta vez el grupito de listos de turno se ha colado en el grupo de sus compañeros de clase de arquitectura, y ¡un profesor incluso se ha colado por tercera vez para tripitir con el nuevo grupo de alumnos! Y mientras, los que no sabemos nada de arquitectura pero aprovechamos para aprender alguna cosilla, tenemos que estar esperando a que los señores aprendices de arquitecto comenten cómo están sujetas las vigas (que no digo que me parezca mal, sólo que ellos pueden ir cualquier día a verlo, no necesitan que haya nadie que se lo vaya explicando, mientras que yo sí, y en estos días son los únicos que hay gente que me lo puede explicar). Pero bueno. Tampoco es cuestión de montar un pollo por esto, cuando servidora alguna vez también lo ha hecho (qué se le va a hacer, todos somos humanos).

Bueno, entrando ya en materia, lo que más me ha llamado la atención es que el problema está (lógicamente) en que el solar estaba en una ladera, dando la parta baja a Joaquín Costa y la parte alta a otra calle que no recuerdo. Inicialmente, el colegio Maravillas (de los hermanos de la Salle, según han dicho) estaba en Bravo Murillo. Pero hubo un incendio que lo destrozó y se lo llevaron a este solar. Se hizo un edificio en la parte alta y se dejó la ladera tal cuál. Pero en los años 60 necesitaron ampliar el colegio, y el arquitecto (Alejandro de la Sota) decidió prolongar la cubierta para ampliar el patio y vaciar la ladera para meter las clases y el gimnasio del polideportivo (que no es el gimasio privado que hay al lado). Y claro, a ver cómo sujetas en el aire un piso de clases y una cancha de basket. Pues parece que los arquitectos lo tienen muy claro: con cerchas ya que es más económico que poner unas pedazo vigas de hierro. El resultado fue éste. Cómo se puede ver, y como nos ha dicho el guía, de la Sota fue muy 'sincero', y no ocultó el tema de las vigas, dejándolo todo visto, para que la gente apreciara su proyecto (es más, incluso hizo un pequeño mirador para que la gente lo pudiera ver mejor). ¿Quizá un precursor del Centro Pompidou en París?

Algunos (pocos) linkitos

"¡¡¡ Esto es una casa particular !!!"

Es lo que ha exclamado un vecino que entraba en Torres Blancas justo cuando yo (por fin, después de más de una hora esperando) ya había alcanzado la cabeza de la cola y me disponía a entrar en el próximo turno para ver este emblemático edificio de Madrid aprovechando la jornada de puertas abiertas con motivo de la Semana de la Arquitectura . ¡Con lo curioso que me parece este edificio y las ganas que tenía yo de verlo! Pues mi gozo en un pozo, porque me iba a quedar con las ganas de verlo en condiciones.

Parece que ser que allá por el mes de julio, contactaron con la comunidad y les mandaron un fax autorizando la visita a este edificio para hoy. Pues bien, hará como una semana, se reunieron los vecinos y decidieron que no entraba ni Dios. Que si ellos no entran a tu casa, que tú no vas a entrar en las de ellos. Así que esta mañana, cuando estaban allí los pobres estudiantes encargados de enseñar el edificio y la gente esperando para verlo, han llamado a la policía y se ha debido de montar un pifostio. Al final, han tenido que reducir la visita prevista: se iba a visitar el jardín, las zonas comunes, incluyendo la terraza que sí que hay en la azotea y una vivienda que está en venta. Y al final, sólo han dejado permanecer en el jardín y visitar muy brevemente el portal. Al menos, algo es algo, para intentar contentar la espera.

Ello no ha impedido que haya podido recoger algunas curiosidades de la misma, además de información púramente arquitectónica que no he podido asimilar:

  • Había mucho estudiante de arquitectura (cómo no), y mucho listillo (en plan, 'hombre, fulanito, ¿qué tal por aquí?. Vaya veo que tú ya estás en la cabeza de la cola, y va a ser que yo me quedo aquí contigo'. A lo que la gente de detrás ha respondido de la forma que os podéis imaginar 'oye chaval, que llevamos aquí los demás una hora, así que no vengas de listo'). También algún grupo de profes de arquitectura (que sí que han conseguido colarse y saltarse la cola; siempre ha habido y habrá clases y clases)

  • Se llama Torres Blancas porque iban a ser 2 torres (una a cada lado de la N-II) y además, blancas, aunque al final hubo problemas y sólo se construyó una y con hormigón armado.

  • También tuvieron problemas con las terrazas: al Ayuntamiento no les gustaba porque parecía muy oscuro todo, y tuvieron que contratar a un acuarelista que hizo un grabado y les convenció de que con plantas colgando de las terrazas quedaba muy bien. Vaya, parece que las plantas fueron sustituidas (si alguna vez las hubo) por cerramientos de terraza

  • Sobre el arquitecto, estilos arquitectónicos y demás, mejor leer información más completa (por ejemplo, en la Wikipedia), aunque puedo aportar un par de notas. Sigue la influencia de Le Corbusier en definir zonas sociales (ver siguiente punto) y Lloyd en darle forma de árbol, con un tronco central donde van los ascensores y las viviendas en forma de racimos

  • Las zonas sociales se correspondía con una piscina (en la azotea), un restaurante (que comunicaba con las casas y que duró muy poquito) y ¡TIENDAS! que nunca llegaron a funcionar. Ahora hacen las reuniones de vecinos en la azotea.

  • El arquitecto quería dejar las viviendas diáfanas (lo que ahora viene siendo un loft) para que cada inquilino las dividiera a su gusto. Pero el promotor le hizo tabicarlas.

  • Muchos baños y cocinas son interiores, y tienen un sistema de presión que evita los malos olores.

  • Más sobre la 'funcionalidad' de estas viviendas: las habitaciones son circulares (a ver dónde compras tú una boisserie o un armarito) y a ver dónde cualgas la ropa

  • A pesar de todo, se vendieron como viviendas de lujo (ya en los años 70 tenían aire acondicionando regulable en cada vivienda)

  • Y las viviendas las hay de varios tamaños, las más pequeñas de 90 m2 y las más grandes (duplex) de 240 m2

  • El portal es bastante curioso, y tiene una escalera de caracol desplazada, para hacerlo más majestuoso

  • El propio constructor (Sainz de Oiza) vivió allí, y ahora lo hace un hijo suyo


Por cierto, que el último pase es a las 19:30.